Revelaciones del Pasado
Tras un par de horas, el Empíreo volvió a la ladera donde Symeon había empuñado a Nirintalath. Daradoth pudo ver al errante apoyado en Yuria y en su cayado, con la Espada del Dolor en una vaina en su espalda, fuera de la caja. Los reos condenados a muerte parecían incólumes. «Menos mal, eso nos ahorrará problemas con los paladines», pensó. «Y Symeon parece encontrarse cansado pero a salvo, gracias a Nassaröth».
Faewald, Taheem y Daradoth descendieron del dirigible. Lo primero que llamó la atención del elfo fue el leve brillo verdemar en los ojos del errante, pero por lo demás parecía el mismo Symeon de siempre. Faewald corrió a su encuentro:
—¿Cómo estás, Symeon? —preguntó, preocupado, y pasando el otro brazo del errante sobre sus hombros.
—Bien...bien —contestó Symeon, sonriendo levemente—. He de reponer un poco mis fuerzas, eso es todo.
—¿Y tú, Yuria? —se volvió hacia ella, con aquella mirada anhelante que delataba sus sentimientos.
—Sí, yo estoy bien, gracias Faewald.
Mientas se dirigían hacia el Empíreo, el esthalio susurró:
—¿La tienes... controlada?
—Sí, afortunadamente, podéis estar tranquilos —respondió Symeon, saludando también a Taheem y Daradoth.
Ya navegando hacia el norte en el dirigible, el grupo habló de sus planes para el futuro.
—Ilaith ya debería ser capaz de pacificarlo todo por sí misma, y tenemos asuntos urgentes que nos reclaman —dijo Daradoth.
—Yo creo —intervino Faewald— que ahora, con la federación asegurada, Ilaith querrá intervenir en Esthalia. Lo creo y también lo espero, la verdad.
—No olvidemos que tenemos pendiente ir a Tinthassir recuperar a Ecthelienn.
—No olvidemos tampoco que la reina Armen debe de ser a estas alturas prisionera de la Sombra.
—Todos tenéis razón —les cortó Yuria—. Para recuperar el alma de la redoma tenemos también la opción de acudir a Irza, como ya os dije, no solo a Doranna. —Pensó durante unos segundos—. Pero el caso es que me gustaría que nos permitiéramos unos días de pausa, para poder terminar de descifrar el libro del alquimista Avaimas que encontramos en Creä. Sabéis que contiene información relacionada con los subterráneos de Rheynald y Creä, y estoy a punto de descifrarlo completamente. Me parece de suma importancia adquirir los conocimientos que contenga, porque estoy convencida de que nos ayudará a enfrentarnos a esos elfos errantes, e incluso a ese volcán que amenaza toda la existencia en las islas Ganrith.
Daradoth mostró su resistencia a tal pausa, pero Yuria fue muy persuasiva y contó con el apoyo de Symeon, que valoraba cualquier fuente de conocimiento, más aún si se trataba de una tan antigua y tan difícil de desentrañar. «Sin duda, ahora mismo Yuria es la única persona en el mundo que podría haber descifrado el manuscrito; sus habilidades y sus conocimientos son en verdad excepcionales», pensó el errante, sentado en un pequeño tonel mientras recuperaba sus fuerzas. En ese momento, Symeon pareció darse cuenta de algo: Daradoth parecía más bajo que de costumbre. Pero no es que Daradoth hubiera empequeñecido, sino que más bien Yuria y él habían crecido bastante; Galad y Daradoth lo habían hecho también, pero en menor medida que ellos. Los cuatro se mostraron confundidos, pero lo achacaron a los efectos de la Vicisitud y no pudieron encontrar más causas.
Cuando ya a lo lejos Daradoth podía intuir los edificios de Safelehn, las montañas a estribor parecieron sacudirse, y con ellas toda la tierra allá abajo.
—¡Hay un terremoto ahí abajo! —exclamó Daradoth, llamando la atención de los demas, que se asomaron por la borda al instante.
—¡Maldición! —gritó Yuria—. Es como aquella vez en Doedia... la tierra parece rebotar, como una goma elástica. Esto no es natural.
—¡Cuidado! ¡Mirad! —los increpó Faewald.
Una de las montañas de la cordillera que dejaban a estribor pareció hundirse; las sacudidas habían sido demasiado para la mole de rocas y nieve, y una de las laderas se vino abajo, levantando una nube colosal de polvo y una fuerte racha de viento. Afortunadamente, el Empíreo apenas lo notó, y la mano firme de Suras y el buen hacer de Egrenia los alejaron rápidamente de todo peligro.
Al cabo de pocos minutos el terremoto pasó por fin. No obstante, les dio tiempo a ver que, por el movimiento de las montañas, el temblor parecía propagarse de norte a sur. Ya más tranquilos, Yuria trianguló los datos en sus mapas, prolongando una línea a través del mar de Hadern, las islas Akestia, el Káikar y Essel.
—¿Creéis que puede provenir de los santuarios donde estuvimos? —preguntó Symeon.
—Podría ser, aunque los veo demasiado lejos —contestó Yuria—. Creo que es más probable que vengan desde los túneles de los que nos habló el marqués de Strawen y aquel elfo oscuro, pero aunque estén más próximos, también están muy lejos. Todo podría ser.
—Sí, porque estos terremotos parecen cosa de la propia Vicisitud, así que cualquier cosa es posible.
Se dirigieron rápidamente hacia Safelehn.
Afortunadamente, a pesar de varios incendios, bastantes edificios destruidos y parte del muro de la ciudadela caído, la ciudad parecía haber resistido sorprendentemente bien el seísmo.
Galad permanecía callado. «Los terremotos, el volcán de las Ganrith, los engendros oníricos... empiezo a pensar que Emmán puede tener algo de razón en la opción de recrear la existencia». Aldur lo acompañaba en el silencio.
Ilaith y el consejo se encontraban bien, para alivio de Yuria. La canciller echó una mirada a la espada cruzada sobre la espalda de Symeon, y afirmó con la cabeza.
—¿Creéis que estaremos a salvo de ataques oníricos ahora?
—No lo puedo asegurar tan tajantemente, pero por lo menos ahora tendremos una oportunidad.
—Eso deberá bastar por el momento; ahora tenemos asuntos más urgentes que atender, como ya habréis comprobado.
—Por supuesto, mi señora —dijo Yuria—. Contad conmigo. Esto ha sido una catástrofe de dimensiones épicas, desde el Empíreo hemos visto que el terremoto ha sacudido prácticamente todo el principado, quizá mas.
—Sí, esto nos va a tener muy ocupados los próximos días —intervino Ernass Kyrbel.
Pocas horas después, Ilaith convocó una reunión para tratar el problema de Esthalia. No pensaba en luchar por el país, sino al menos en liberar a lady Armen.
—Nuestra causa estará perdida si la reina se pierde en calabozos desconocidos o es muerta. No creo que podamos permitírnoslo si queremos triunfar en esta guerra.
—¿Tenéis alguna noticia de dónde puede estar? —preguntó Symeon.
—Lo último que sabemos es que el conde de Arnualles la hizo prisionera.
—No deberíamos arriesgarnos a un conflicto sin estar seguros de dónde se encuentra para poder liberarla.
—Contactaré con el archiduque Mastaros y os haré llamar en cuanto sepa algo. Pero no podemos esperar mucho.
Ya entrada la noche consiguieron dejar todo lo necesario organizado para auxiliar a la población, y se desplazaron con los dirigibles a Eskatha. Allí les recibió de nuevo, efusivamente, Meravor. Y también Violetha, la hermana de Symeon, que poco a poco seguía tejiendo su red de informantes y espías. «Eudorya debe de estar cerca de aquí», pensó Galad; «pero no me atrevo a ir a su encuentro después de lo que ha pasado».
En Eskatha por fin pudo encontrar Yuria la tranquilidad necesaria para concentrarse y acabar de descifrar el diario de Avaimas.
Tras complicadísimos cálculos, traducciones y descifrados, por fin, una semana después, Yuria pudo terminar de plasmar la crónica de Avaimas en un manuscrito legible, y corrió para compartir la información con sus amigos.
—Como ya os he comentado en alguna ocasión sobre mis descubrimientos tempranos en el libro, parece ser que hace milenios, los elfos alzaron unas enormes construcciones monumentales en forma de pirámide, llamadas Esthereläe, que fueron la causa de grandes milagros, pero también grandes desdichas. —Todos afirmaron con la cabeza, incluido Daradoth, que odiaba tener que reconocer que no sabía absolutamente nada de esas Esthereläe, ni siquiera una mínima mención—. Pues bien, he apuntado aquí algunos pasajes del libro para transmitiros una síntesis de los conocimientos que contiene. Prestad mucha atención, pues tengo razones para creer que vamos a ser las únicas personas en el mundo con conocimientos sobre esto, salvo quizá alguna excepción muy contada.
Y acto seguido, Yuria pasó a relatar una multitud de pasajes del diario y algunos extractos que había resumido ella misma.
“…fueron los elfos quienes erigieron las grandes construcciones piramidales conocidas como Esthereläe, monumentos de proporciones desmesuradas. Su existencia estuvo ligada tanto a prodigios que muchos consideraron milagros, como a desdichas de enorme magnitud, de las que incluso los propios elfos fueron víctimas…”
“…la tradición constructiva de las pirámides no tuvo su origen entre los elfos, sino que les fue transmitida por los titanes. Aquél conocimiento ancestral estuvo a punto de provocar su extinción, pues derivó en una guerra civil entre los propios titanes, cuyas consecuencias marcaron para siempre su declive…”
“…los titanes denominaban ûrzaûmnos a sus pirámides. Desde los albores del tiempo, las razas más poderosas intentaron establecer un puente entre el mundo y las esferas superiores, y fue esa ambición la que dio origen a la construcción de enormes estructuras arcanas de forma piramidal, iniciada por los propios titanes en la región de Eryhienn, su hogar ancestral.”
“…los elfos comenzaron la construcción de sus Esthereläe bajo la tutela directa de los titanes. Tras la guerra civil que asoló a estos últimos y la huida de los supervivientes a la isla de Targos, en el extremo sureste de Aredia, los elfos se consideraron ajenos a tales acontecimientos. Junto a centauros y enanos, prosiguieron las obras incluso cuando los titanes les rogaron que renunciaran a ellas. Las Esthereläe se alzaron así como maravillas arquitectónicas y, al mismo tiempo, como nodos de poder que alteraron el curso del mundo: estructuras más refinadas que las ûrzaûmnos, menores en tamaño, pero de diseño claramente emparentado…”
—Avaimas deja constancia de los lugares donde se alzaron Esthereläe hasta el momento de escribir estas notas: en Doranna, en las Islas Ganrith, en Targos, en Eryhienn, en Ertan Inarantúna y en Ertan Enoryal, además de otros enclaves menores cuya mención resulta fragmentaria o incompleta.
“…las pirámides sirven para amplificar, canalizar y almacenar esencia. Sus aplicaciones abarcan desde la sanación y la adivinación hasta el estudio profundo de la magia, e incluso la modificación de la propia realidad, siempre que se respeten las proporciones y alineaciones adecuadas…”
“…sospecho que aquello que los elfos consideran una conexión con la esfera celestial es, en realidad, una apertura directa a la Vicisitud, y que por ese canal los Primigenios pueden acceder al mundo. El contacto de las pirámides con dicha fuerza genera consecuencias impredecibles: inestabilidad emocional, mutaciones del espíritu, alteraciones del espacio-tiempo y una corrupción de naturaleza metafísica. Esta exposición no concede iluminación ni sabiduría, sino un desequilibrio radical: Luz impone un idealismo absoluto y una percepción desbordada de pureza y superioridad; Sombra engendra ambición, desesperanza, rencor o delirio de dominación. Ambos polos quebrantan el libre albedrío, fomentan el fanatismo y corrompen la voluntad…”
“…observo a los canalizadores y reconozco el momento exacto en que algo se quiebra en ellos. Al entrar en resonancia con fuerzas tan puras como inestables, sus mentes comienzan a deformarse a un nivel profundo, estructural. Algunos dejan de distinguir entre sus propios pensamientos y las emanaciones de la Luz o la Sombra; hablan, pero ya no sé si es su voz o la de aquello que los atraviesa. Otros afirman recibir visiones que llaman divinas, y en ellas encuentran justificación para someter el mundo a su supuesto designio. He visto la degradación avanzar lentamente, casi con delicadeza, y otras veces irrumpir de forma abrupta y violenta, pero en todos los casos el desenlace es el mismo: una pérdida inevitable de la voluntad, un deslizamiento sin retorno…”
“…detallo el proceso de construcción y la disposición de los símbolos necesarios. Cada marca, cada trazo, no es meramente ornamental: durante los grandes rituales se asocian a hebras concretas de la Vicisitud, estableciendo correspondencias precisas que deben mantenerse con absoluta fidelidad. Los símbolos de Ertan Inarantúna [¿Rheynald?] resultan especialmente eficaces en este cometido, pues anclan la estructura a dichas hebras y permiten que la esencia fluya conforme al diseño previsto. Un error en su ejecución no provoca un simple fallo del ritual, sino una desviación peligrosa del vínculo establecido…”
—A continuación, Avaimas dedica cientos de páginas a los rituales y geometrías que hacen falta para la construcción de las pirámides; creo que, con el suficiente poder y mano de obra podríamos incluso construirlas. De momento no quiero ni pensar en eso, solo os lo comento.
“…constato que las pirámides afectan de forma especialmente severa a los caminantes oníricos, los llamados oniromantes. Su mera proximidad enturbia la percepción del sueño, ciega sus sentidos y rompe la continuidad de sus visiones, como si la estructura rechazara cualquier intento de observación desde el mundo onírico…”
“…que el clan Alastarinar, poseedor del abolengo más alto que existe, deriva hacia un idealismo absoluto y una percepción de superioridad desbordada. Su contacto prolongado con las pirámides parece reforzar en ellos la convicción de encarnar un modelo de pureza incuestionable, ajeno a toda duda o límite…”
“…los hidkas desempeñan un papel fundamental en todo este proceso. Desde los primeros indicios de manipulación de la Esencia a través de las pirámides, llevan advirtiendo del peligro de abrir canales tan potentes hacia lo desconocido; su entendimiento innato de la Vicisitud no tiene parangón entre las razas inmortales. Intentan alertar, de forma discreta, a sabios y arquitectos sobre los riesgos que se avecinan, pero su mensaje es desoído, bien por arrogancia, bien por una profunda incomprensión…”
“…llega un punto en el que ya no basta con advertir. Algunos de nosotros —entre los grandes alquimistas y arquitectos— asumimos que ha llegado la hora de destruir aquello que hemos ayudado a erigir. Participo en la primera Anulación con la convicción de estar haciendo lo correcto, pero pronto comprendo el alcance de nuestro error. El ritual logra cerrar el canal de la Esthereläe, alcanza la Vicisitud y corta sus enlaces, sí… pero el mundo no acepta la herida sin protestar. Allí donde la pirámide cae, surgen zonas de oscuridad persistente, regiones donde la Esencia se anula por completo, remolinos que desgarran la realidad o extensiones de calor insoportable que hacen hervir la piedra. En Eranyn, en las Islas Ganrith, la Anulación transforma la pirámide en algo aún peor: un volcán extraño, vivo, como si la tierra expulsara aquello que ya no puede contener. Comprendemos entonces que no basta con destruir; hay que contener. De esa necesidad nace la hermandad de los Airunndälyr, creada para vigilar y amortiguar el flujo de poder que liberamos sin saber si algún día podremos controlarlo del todo…”
“…lo inevitable termina por suceder. Hay quienes se oponen a la destrucción de las pirámides; los Conservadores, entre ellos el clan Alastarinar, se alzan contra nosotros, y nos llaman Destructores. La fractura no tarda en propagarse y arrastra consigo a elfos, enanos, centauros e incluso a los propios titanes, repitiendo un error que ya debería habernos servido de advertencia. La Guerra de Fractura no es una contienda de ejércitos, sino una sucesión de muertes entre hermanos, de alianzas rotas y juramentos traicionados. Presencio la caída de la Estherel de Ithraelun y, con ella, el derrumbe del poder de los Alastarinar. De sus filas sobreviven apenas media docena, transformados de manera irreversible por aquello que defendieron; pasan a llamarse Neldorith y eligen el exilio voluntario, incapaces de soportar el peso de la culpa que los acompaña. No hay victoria en esta guerra, sólo cicatrices que el tiempo no parece dispuesto a cerrar…”
—De todo lo que dice Avaimas —insertó Yuria— deduzco que estos Neldorith fueron afectados profundamente por Luz y acabaron odiándola de manera irreversible, y también que al haber estado a la sombra de las Esthereläe debieron de obtener unos poderes tremendos. Y no os daré ahora los detalles, pero creo que tengo las claves para poder redimirlos.
“…cuando la devastación ya es inevitable, los hidkas abandonaron por fin su neutralidad ancestral. Han tomado partido por los Destructores en los instantes más críticos, sellando nudos de Esencia, ayudando a cerrar canales abiertos y evitando que algunas estructuras alcancen el umbral de la Ruptura. Sin su intervención, la guerra se habría prolongado o habría derivado en una catástrofe sin retorno. Anoto esto como un tenet inquebrantable: ninguna Esthereläe puede ser cerrada con garantías sin la presencia de al menos tres hidkas en la ceremonia; sin ellos, el canal no se pliega, la Vicisitud no cede y toda Anulación está condenada al fracaso…”
“…somos conscientes de que lo ocurrido durante la Guerra de Fractura, y el propio conocimiento de las pirámides, se convertirán en una herida abierta durante siglos. Hemos llegado a un acuerdo con los hidkas: si el mundo no puede soportar esta verdad, deberá olvidarla. En la última de las pirámides prepararemos un ritual sin precedentes, una liberación de poder a gran escala destinada a borrar la memoria de elfos, centauros y enanos, no sólo de la guerra, sino de todo saber relacionado con las Esthereläe. En la ceremonia serán necesarios numerosos hidkas y centauros, nosotros mismos y objetos de poder forjados por los enanos para contener lo incontenible. No lo llamamos salvación, sino necesidad; y aun así, al dejar constancia de ello, no puedo evitar preguntarme qué precio exacto estamos a punto de pagar…”
“…el ritual culminó y, contra todo pronóstico, tuvo éxito. No lo supe por júbilo alguno, sino por el silencio que dejó tras de sí. A mi alrededor, elfos, centauros y enanos continuaron con sus vidas sin recuerdo de la guerra ni de las pirámides, como si jamás hubieran existido. Sólo los oficiantes de más alto rango conservamos fragmentos de memoria, y aun esos recuerdos nos llegaron rotos, incompletos, cargados de un peso casi insoportable. El precio fue terrible: un agotamiento absoluto, la sensación de haber sido atravesado por la Vicisitud hasta lo más hondo, y una certeza persistente de pérdida. El mundo quedó a salvo del recuerdo, pero nosotros no; lo que permaneció en mi mente no fue conocimiento, sino una cicatriz que sigue ardiendo…”
—Y el diario termina así:
“Dejo constancia de que este volumen no es el diario original, sino una copia cifrada. Decidí proteger este conocimiento sin destruirlo por completo, ocultándolo tras una clave que considero, en la práctica, irrompible. No fue una decisión tomada a la ligera, sino la única que me permitió seguir adelante. Cuando estas líneas son escritas, ya sé que mi nombre está a punto de desaparecer de la historia; así debe ser. El saber permanecerá, dormido y a salvo, mientras yo me desvanezco con él.”
“…la Guerra de Fractura no sólo se llevó vidas y certezas, sino territorios enteros. Eryhienn quedó perdida, devorada por tormentas devastadoras de Esencia y efectos sobrenaturales que arrasaron ciudades y extinguieron sociedades completas. De aquellas tierras huyeron los volodhri, abandonándolo todo para sobrevivir. Fue tras esta guerra cuando los Buscadores decidieron iniciar su ordalía, impulsados por una necesidad que entonces no comprendí del todo: intentar recordar aquello que les había sido arrebatado por el olvido.”
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| Avaimas, alquimista y constructor ancestral |
Red de Rol
via Rol Ex Machina
December 16, 2025 at 11:39AM
