Hola amig@s de albinusrol, hoy continuamos nuestra serie de entradas dedicadas a la Campaña del juego de rol SPIRE, que he jugado de forma online junto a mis amigos roleros, José Manuel Palacios “Panda”, Dani “Danpe”, David “Aakroma” y José Alarico “Jan Cantor”, donde quiero compartir con tod@s vosotr@s el resumen de cada sesión.
La campaña es del juego de rol SPIRE, que financió su versión en castellano exitosamente el 7 de junio de 2021 en verkami, gracias a la editorial Cursed Ink. Si queréis ver cómo es este juego de rol, os dejo el enlace a nuestro unboxing de Spire. O si preferís la reseña del juego realizada por nuestro compañero Fede para saber más, no dudéis en pinchar los enlaces: SPIRE: Ambientación y Reglas; SPIRE: Distritos, facciones y Dirección.
SPIRE es una descomunal ciudad de elfos oscuros, que hace doscientos años fue conquistada a sangre y fuego por los altos elfos de las tierras heladas del norte. Ahora, los aelfirs (altos elfos) gobiernan la ciudad con crueldad, mientras que los drows malviven bajo su tiranía. Pero un pequeño grupo de drows quiere acabar con los aelfirs y recuperar la ciudad. Los personajes jugadores son drows que forman parte del Ministerio de Nuestra Señora Oculta. Como ministros, realizarán misiones desesperadas para socavar al gobierno y dar pasos hacia la libertad. Practican el espionaje, el robo y hasta el asesinato para conseguir sus objetivos, sabiendo siempre que un paso en falso supondrá su caída… y la de todos sus seres queridos.Resumen de la sesión
—Buscad a esas drows —ordenó uno de ellos, un hombre de espesa barba oscura y rostro enrojecido por la ira—. Han robado los anillos del aelfir. Los necesitamos.
Dipree, disfrazado de camarero, respiró hondo para calmarse y adoptó una expresión de fingida preocupación.
—¿Qué ha sucedido aquí? Deberían llamar a las autoridades —sugirió con una voz tranquila que ocultaba su tensión.
Los humanos apenas le dedicaron una mirada antes de apresurarse a salir. En su mundo, los drows eran todos iguales, sombras indistintas de una misma raza. Tras varias horas de búsqueda infructuosa, abandonarían el rastro de Elvi y Ventris.
Mientras tanto, los héroes se reunieron en la casa parroquial, un refugio cercano a la capilla donde la sacerdotisa ofrecía ayuda a los drows que aún buscaban esperanza en una ciudad que los aplastaba. Elvi y Ventris llegaron primero. La artista, con los hombros caídos y el rostro tenso, se dejó caer en una silla.
—¿Podrías darme algo de ropa limpia? Además, necesito un lugar para asearme —pidió con una voz apenas audible.
La sacerdotisa, aún sangrando por el disparo en el hombro, presionó la herida con fuerza, como si al cerrar el dolor pudiera evadirse también de la triste realidad que le tocaba vivir.
—Cuando termine de vendarme, te atenderé —respondió con voz seca.
Ventris asintió, mientras la sacerdotisa ungía las paredes con aceite y recitaba el rito del Santuario de Plata, protegiendo la casa parroquial contra cualquier intruso con malas intenciones. Su voz era un susurro lleno de temor y fervor, un eco de la fe que la mantenía en pie pese a sus dudas. Cuando terminó, señaló un cofre y una jofaina con agua.
—Ahí tienes ropa humilde pero limpia. Puedes lavarte aquí.
La calma duró poco. Amadeus irrumpió en la estancia, cubierto de sangre.
—¿Recuerdas al joven drow que ayudamos aquí mismo? —lo abordó Elvi antes de que pudiera decir nada.
—Sí.
—Tráelo.
Amadeus dudó un instante al ver la mirada inquisidora de la sacerdotisa en sus ropas.
—No, la sangre no es mía.
Elvi lo detuvo con un gesto cansado.
—No lo traigas. Dile que corra la voz de que una lajhan y una drow atractiva se repartieron unas joyas antes de huir a la otra parte de la ciudad.
Amadeus asintió y salió de nuevo, dejando a las drows sumidas en sus pensamientos.
El último en llegar fue Dipree, quien apareció con una calma desconcertante, como si el caos fuera su estado natural. Se detuvo al ver a Ventris, medio desnuda, aseándose. Recordó, incómodo, las palabras de su reflejo alternativo, quien afirmaba haber estado casado con Ventris. Sin poder evitarlo, la observó detenidamente, admirando su belleza.
—Es inquietante cómo me miras —dijo Ventris sin volverse, con una indiferencia que hacía evidente que estaba acostumbrada a esas miradas.
Dipree aclaró la garganta, recomponiéndose.
—Cuando salí del baño, ya no estabais en las Jarras Cantantes.
Ventris soltó un suspiro cargado de frustración.
—En este grupo nadie es capaz de seguir instrucciones sencillas.
El agente de las sombras levantó las manos en un gesto de rendición.
—Consumí la droga como acordamos —replicó con firmeza, pero el tono de su voz mostraba cierta inquietud.
—Sí, aunque te demoraste demasiado y tuvimos que ejecutar el plan sin ti —intervino Elvi, sin levantar la mirada mientras se revisaba el vendaje de sus heridas.
Dipree vaciló antes de continuar, consciente de que sus palabras sonarían como excusas o, peor aún, delirios.
—Cuando me vi en los espejos del baño… no era solo yo. Aparecieron mis reflejos, versiones de mí mismo de otras dimensiones. Me explicaron cosas que apenas comprendo. Y cuando salí… —hizo una pausa, mirando a Elvi y Ventris buscando su comprensión—. Había un montón de muertos.
Antes de que alguien pudiera responder, Amadeus regresó, cruzando el umbral con una expresión de cansancio que no lograba ocultar su habitual aire despreocupado.
—Esta vez no fue culpa mía —anunció, anticipándose a las críticas.
Ventris, que había terminado de vestirse, lo fulminó con la mirada.
—Incitaste a los humanos —le acusó, señalándole con el dedo.
Amadeus se defendió con indiferencia, como si el peso de las acusaciones no fueran con él.
—Solo fui a pedir unos autógrafos.
Ventris chasqueó la lengua, exasperada.
—¿Autógrafos? ¿En medio de un plan del Ministerio? ¿Eres consciente de lo que dices?
Amadeus giró la cabeza incómodo, evitando su mirada. Finalmente, adoptó un tono más serio.
—Los humanos vigilaban a otro hombre que planeaba atacar a Hijo de la Tormenta. Yo solo intenté distraerlos para evitar que se enfrentaran a los guardaespaldas del aelfir.
Elvi intervino, su voz teñida de sinceridad.
—Es cierto. Fue el humano en el reservado quien disparó al aelfir.
Amadeus asintió, como si buscara validar su punto.
—Lo importante es que tenemos el anillo. Las muertes fueron culpa de los humanos, que se pusieron nerviosos y sacaron sus armas primero.
Ventris bufó, cruzándose de brazos.
—No sé cómo has sobrevivido tanto tiempo como alborotador para el Ministerio de Nuestra Señora Oculta. Cada vez que intentas algo, alguien acaba muerto.
El comentario cayó como un dardo en el aire, pero Amadeus lo dejó pasar con un encogimiento de hombros.
Dipree aprovechó el silencio que siguió para cambiar de tema, aunque su voz seguía cargada de un extraño tono sombrío.
—Mis reflejos me dijeron que el señor Winters no debe morir.
Elvi lo miró con incredulidad, arqueando una ceja.
—Estabas bajo los efectos de las drogas. Eso eran alucinaciones, Dipree.
Él sacudió la cabeza con determinación.
—Sé lo que ví y no parecían ilusiones. Mis otros yo lo confirmaron.
Antes de que pudiera continuar, Amadeus dio un paso adelante, con una expresión seria en su rostro.
—El señor Winters debe morir. Tenemos que vengar a los drows inocentes que murieron en el barrio de la Hilera Roja.
Dipree se giró hacia él con una mirada cargada de reproche.
—Muchos de esos drows murieron por tu culpa, Amadeus. Fuiste tú quien incitó a los trabajadores contra sus capataces. Tú el que sembraste el caos. Y ahora, en la taberna, enfureciste a los humanos.
Elvi levantó una mano, intentando calmar los ánimos, aunque su propia voz era tensa.
—Discutir entre nosotros no va a cambiar lo que pasó. Ahora tenemos el anillo, y el Ministerio espera resultados.
Ventris, exasperada por la discusión, zanjó el tema con firmeza:
—Deberíamos centrarnos en comprobar los anillos para encontrar el que pidió Hermione. Sin él, no podremos demostrar nuestra valía a las hermanas Aguja e Hilo.
Red de Rol
via albinusrol
January 30, 2025 at 06:33AM