La publicación de los álbumes franceses basados en las historias de Conan, realizados por equipos artísticos diversos para la editorial Glenat, continúa de la mano de Planeta en España. La colección, que alcanza con este su séptimo volumen en español, ha tenido una acogida tibia por parte del público, creo que sus acercamientos visuales no han satisfecho las expectativas de los fans de Conan (quizás demasiado comprometidos con la estética deudora de Buscema, como demuestra el entusiasmo mostrado por el nuevo Conan de Marvel, dibujado con estilo mimético por Rob De La Torre) y no ha conseguido atraer, por otra parte, a los lectores no interesados anteriormente por las aventuras del cimerio.
Clavos rojos es una de las historias más extrañas de Conan escritas por Robert E. Howard, una aventura en que el bárbaro es apenas un espectador durante buena parte de la historia. La antigua pirata Valeria y Conan llegan a Xuchotl, una ciudad perdida alucinada y alucinante, donde los últimos supervivientes de un pueblo moribundo se encuentran enzarzados en una guerra civil sin sentido. Tras superar al monstruoso dragón que custodia el acceso a la ciudad y aliados por conveniencia con uno de los bandos, el comandado por Olmec, pero controlado tras el trono por la hechicera Tascela, deben sobrevivir a combates, horrores sobrenaturales y, especialmente, a la traición.
Clavos rojos apareció originalmente en la mítica Weird Tales, serializada entre julio (solo un mes después del suicidio de Robert E. Howard) y octubre de 1936. Contó con ilustraciones interiores de Harold S. Delay y con una ilustración de portada, la de julio, de Margaret Brundage, por lo que es un relato del que tenemos una tradición visual continuada desde los años 30. La portada de Brundage abunda en los elementos eróticos de la historia, con una imagen en la que no hay rastro de Conan ni da demasiados detalles de la historia (más allá de prometer una escena lésbico-sádica) pero en las ilustraciones de Delay vemos detalles tanto comunes con adaptaciones posteriores, como otros (la indumentaria pirata de Conan) a las que estas renuncian.
Howard afirmaba que esta era la historia en que más crudamente había mostrado la degeneración de la civilización, y que era su historia más sangrienta. Howard parece asociar particularmente su idea de degeneración, como expresa en una carta a Lovecraft con cierto elemento de lesbianismo, pero este tratamiento es hoy día más bien superficial y plagado de tópicos, presentes ya en otras historias.
Tenemos ecos de H. Rider Haggard (Ella y sus secuelas) y Benoit (La Atlántida) pero también de Hammet con su Cosecha Roja. También curiosamente tiene alguna similitud con el Túmulo, relato de H. P. Lovecraft (aunque actuando como negro de Zelia Bishop) escrito en 1929-1930, pero que no fue publicado en vida del de Providence (y lógicamente, por tanto, tampoco en vida de Howard). Los ecos de otras ciudades perdidas de la obra de Howard, particularmente de Xuthal del crepúsculo (Weird Tales, Septiembre de 1933), están también muy presentes.
En realidad moralmente su retrato de una sociedad civilizada degenerada es, en este caso, contradictorio. Los habitantes de Xuchotl, en realidad, no son particularmente civilizados, si no que viven en las ruinas de una civilización desaparecida, aprovechándose de sus avances, pero en realidad sin comprenderlos. Además la naturaleza básica de su conflicto está más en línea con los ciclos de retribución y venganza presentes en las sociedades que solemos considerar bárbaras o primitivas, más que en las civilizadas (donde la venganza es sustituida por la retribución legal, precisamente rompiendo, o intentándolo, estos ciclos). En ese sentido los habitantes apáticos y permanentemente drogados de Xuthal (en el relato que antes mencionábamos) me parecen un reflejo mucho más conseguido de la degeneración de la civilización, aunque sea a la sombra de los eloi y los morlocks de H.G. Wells. Sin embargo, y más allá de esto, la fuerza del relato te atrapa en ese ciclo de violencia, en el que toda lógica es dejada de lado en una guerra de exterminio que se sucede en un espacio cerrado y claustrofóbico: Xuchtol es una ciudad sin calles y sin espacios abiertos, un enorme edificio iluminado por el brillo antinatural de la hechicería o por misteriosas piedras luminosas de brillo verdoso.
La ciudad, situada en una esquina poco visitada del mundo hiborio, resuena con ecos de nombres mesoamericanos y, al igual que otras obras tardías de Howard como Más allá del río Negro, puede reflejar su interés cada vez mayor por la historia americana. Recordemos que en la carta del 10 de marzo de 1936, en que respondía a P. Schuyler Miller sobre su cronología de las aventuras de Conan, Howard afirmaba que el bárbaro "[...]incluso visitó un continente sin nombre en el hemisferio occidental, y vago entre las islas adyacentes al mismo. [...]", lo que indicaría que el bárbaro habría efectivamente visitado el continente que un día sería América. Sin embargo Xuchotl se sitúa, quizás un poco incongruentemente, en el interior del equivalente hiborio de África Central.
Quizás por su ambiente peculiar también es una de las historias más recordadas de las dibujadas por el gran Barry Windsor-Smith con el personaje de Conan (aunque no apareció dentro de la colección regular, si no que fue serializada primero en la revista en blanco y negro Savage Tales, #2-3), tanto que elevó a la coprotagonista Valeria de la Hermandad Roja al pódium de personajes femeninos de la serie (que comparte con Bêlit y con Red Sonja). El dibujo de Windsor-Smith es magnífico, minimizando los prestamos aztecas y con un trabajo de textura y detalle fascinantes. Roy Thomas hace una adaptación bastante fiel, lo cual para unas 58 páginas de cómic es todo un logro, pero obliga a ciertas planificaciones de página demasiado recargadas de viñetas y bocadillos.
Valeria ha reaparecido en un puñado de otras historias, contando también con su propia miniserie en 2019. También da nombre al personaje interpretado por Sandahl Bergman en Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, 1982, John Milius), aunque su historia tenga más similitudes con la de Bêlit y el nombre Valeria no llegue a utilizarse en el metraje. En los primeros 2000 apareció un proyecto para adaptar la historia de Clavos rojos en forma de película animada, con repetidos rumores de casting, prometedores diseños compartidos por internet, algún fragmento en bruto no tan prometedor y, finalmente, la decepción de ver el proyecto esfumarse en torno al 2009.
Y, después de este largo repaso (creo que necesario) toca hablar al fin del álbum en si que nos ocupa.
El equipo de autores incluye al guionista Regis Hautière y a los dibujantes Olivier Vatine (que se encarga fundamentalmente de la planificación de página) y Didier Cassegrain (que se encarga del acabado final y el color). De Hautière hemos visto en España una variedad de obras dedicadas a los más diversos géneros (entre ellas destacar los dos tomos de La guerra de los huérfanos), pero solo una mínima parte de su producción. De Cassegrain se ha editado principalmente su serie de fantasía Tao Bang (donde ya colaboró con Vatine, aunque aquí este ejercía de guionista) y más recientemente el álbum No sueltes mi mano (adaptación de una novela policiaca de Michel Busi). La carrera de Vatine es la más larga y variada (con sus primeros créditos ya en los años 80), con algunos trabajos incluso para USA, pero cuya obra más conocida es posiblemente Aquablue.
Aunque en número de páginas es muy similar a la adaptación de Roy Thomas y Barry Windsor-Smith (58 la americana y 54 la francesa) el uso de menos viñetas y textos por página y a que algunas escenas de acción se hayan alargado, lleva a cortar algunos elementos y diálogos, pero la esencia de la historia se mantiene más o menos intacta. En realidad la exposición (y los textos) se concentra, de forma quizás un poco torpe, en unas pocas páginas centrales, donde un flashback cargado de textos de apoyo resume la historia pasada. Valeria es un poco menos necesita de ayuda que en el relato, donde Howard a veces parece querer ridiculizar sus pretensiones de independencia, y Conan da un aspecto menos condescendiente, pero son personajes igualmente reconocibles.
El dibujo y color de Cassegrain producen un gran impacto, con un elemento caricaturesco y exagerado siempre presente en sus personajes, Valeria no viste como una pirata (tampoco lo hace Conan) y el uso de elementos de inspiración mesoamericanos (mayormente aztecas) es claro, pero de forma selectiva. Olmec y Tascela parece más sacados de un relato de ciencia ficción mitológica (hay algo quizás kirbyano en su diseño que no termino de situar).
En ciertos aspectos recuerda más a una recreación modernista de la estética mesoamericana que a esa estética en si misma, con una estilización ayudada por un gran uso del color. Especialmente impactante en la recreación de las dos salas gemelas del trono; la de Tecuhtli, donde se sienta Olmec a la sombra de la columna donde se clavan los clavos rojos del título, y la de sus enemigos xotalancas, con el siniestro muestrario de cabezas conservadas.
La representación de los elementos más sexualizados de la narración es ambivalente, por un lado parece haber muy poco sexual en el interés de Tescala por Valeria y las intenciones de Conan parecen también algo moderadas, pero la desnudez (o semidesnudez ya que cuidadosamente se evita mostrar ningún pezón femenino ni genitales de ninguna clase) abunda e incluso se exagera, como una portada en que Conan y Valeria aparecen rodeados de un coro de núbiles mujeres (casi) desnudas y que no se corresponde con ninguna imagen del interior. Por contra, como viene siendo habitual, el despliegue de violencia no se modera, con grandes efusiones de sangre, decapitaciones y evisceraciones de toda clase.
El artículo de acompañamiento de Patrice Louinet resulta como siempre interesante, ayudando a poner el relato en su contexto, y señalando la inspiración tomada por Howard de la guerra del condado de Lincoln (el conflicto ganadero por el que se haría famoso Billy el Niño). También señala una explicación rebuscadamente sicoanalítica, que personalmente no compro en absoluto, en que Clavos Rojos es una sublimación de la propia situación de Howard en 1935, con su madre enferma representada por la hechicera Tascela, el tiránico Olmec como representación de su padre y Valeria sustituyendo a Novalyne Price. Resulta más interesante al señalar que quizás los celos, Novalyne había empezado a salir con su amigo Truett Vinson, motiven parte de la actitud ambivalente hacia Valeria en el relato.
En conclusión esta adaptación de Clavos rojos resulta una joya en lo visual, ofreciendo una versión adecuadamente fiel de uno de los mejores relatos escritos por Howard, y por tanto creo que es casi un imprescindible en la colección de cualquier aficionado al personaje.
Puntuación: 9/10
Red de Rol
via Aventuras Extraordinarias
November 7, 2024 at 06:58PM