She-Ra y las princesas del poder es un remake muy libre de She-Ra: la princesa del poder, spin-off de He-Man de los años 80, producida por Dreamworks Animation para Netflix bajo la batuta de la ilustradora Noelle Stevenson. Está compuesta por 52 capítulos repartidos en cinco temporadas, tres completas de 13 episodios y dos medias, la segunda, de 7 y la tercera, de 6, que se estrenaron entre otoño de 2018 y primavera de 2020. Es una serie de animación tradicional, algo justa en el apartado técnico en las primeras temporadas. Su público objetivo es el mismo que la original: chicas de finales de colegio y principio de instituto.
Destello, Arco y Adora
La serie nos presenta a Adora, una adolescente huérfana criada como soldado (oficial, más bien) de la Horda. Cuando se da cuenta de que está en el bando equivocado, deserta y, por el camino, encuentra una Excalibur que le permite convertirse en una super saiyán magical girl de dos metros que reparte hostias como panes, una figura mítica conocida como She-Ra. Se une a la Rebelión, una alianza de los distintos y pequeños reinos aún independientes que, hasta la aparición de She-Ra, está formada por… esto… la princesa Destello, tan voluntariosa como patosa, y su amigo de la infancia Arco. La alianza irá creciendo con la incorporación de las distintas princesas que dan título a la serie y la guerra con la Horda se recrudecerá y tal. En el otro bando tendremos al malo maloso, Hordak, a su lugarteniente Tejesombras y a los compañeros cadetes de Adora, en especial su amiga de la infancia, Gatia.
El planteamiento base es bien conocido: el retorno del rey mítico y la lucha entre el Bien y el Mal. Los secretos tras Hordak y su Horda y tras los Antiguos creadores de She-Ra le da profundidad y está muy bien hilado, pero donde la serie destaca es en los personajes y su tratamiento. Cada aparición de Tejesombras, auténtica madre tóxica, pone mal cuerpo; la caída a los infiernos de Gatia, que se siente traicionada por la deserción de Adora, me recuerda un montón a la de Londo Mollari (en el sentido de que, cada vez que pueden hacer algo bien, eligen el peor camino posible) y hace que te preguntes varias veces si será posible su redención; la soledad del mando que termina sufriendo Destello cuando toma su responsabilidad resulta amarga y está muy bien presentada; y uno no puede evitar el empatizar con Hordak, sus motivaciones y su escasa resistencia a la frustración. Al final, hasta se tolera al caballo. El tratamiento, no obstante, es irregular y hay personajes con muy poca evolución. El peso cae, sobre todo en el lado «villano» de la función y la evolución en el otro lado es, salvo el de Destello, más sutil (Arco), irregular (Adora) o apenas existe. Incluso tenemos la pareja fantasma, Reda y Girela, que aparecen y desaparecen según los guionistas se acuerdan de ellas o necesitan más personal en el episodio. Con todo, son personajes que quedan bien dibujados con pocas pinceladas y algunos de ellos no necesitan mucho más.
La primera vez que leí algo sobre la serie fue en esta entrada de La Frikoteca. Le eché un ojo al primer capítulo. Lo vi interesante y prometedor… como serie infantil. Y ahí quedó.
Adora y Gatia, verdadero motor de la serie.
Hasta que, hace unas semanas, Carlos de la Cruz publicó su reseña final. No me la leí entera, por los spoilers, pero me volvió a picar el gusanillo. Si al final le cogí el gusto a la primera temporada de Babylon 5, unos capítulos de 24 minutos no iban a ser un gran obstáculo. La primera temporada… bueno, dio lo que me esperaba. La dirección, la animación, el desarrollo de los episodios y el planteamiento de las escenas resultan bastante pobres, sobre todo si estás acostumbrado al anime. La segunda, que no es sino la primera parte de la tercera, sigue la tónica. Son de rodaje y de aprendizaje para sus creadores, y donde van sembrando las historias. En la tercera viene el punto de inflexión, que, para mí, marca Once Upon a Time in the West Waste, un homenaje al western, en especial al spaghetti-western, que disfruté un montón. Y no digo que sea el punto de inflexión porque sea bueno, sino porque después viene lo bueno. El cierre de la temporada está a la altura de los mejores finales de temporada de cualquier serie de ciencia ficción que puedo recordar de los últimos 30 años.
Luego llegamos a la cuarta temporada y empezamos dando algunos bandazos. Los guiones son irregulares, pero el equipo ha alcanzado una madurez creativa que se nota, con episodios mejor planteados y escenas mucho más ricas. Y llegamos a ese capítulo de líos temporales que deja a cualquiera equivalente de Star Trek a la altura del betún, el Guerra sin fin en el que las piezas de la historia que han ido sembrando hacen clac. De ahí, cuesta abajo y sin frenos. Y así nos encontramos, casi sin darnos cuenta, una de las mejores series de fantasía y ciencia ficción de la segunda mitad de la década. El que sea de dibujos animados y para un público joven es sólo un añadido.
Red de Rol
via Cuberterías de Albacete, I&E
July 13, 2020 at 10:56AM