martes, 14 de marzo de 2017

Crónica de Bresnius · XIII

Crónica de Bresnius · XIII

http://ift.tt/2nCz6yv

18 de tarsakh del año 1368 CV
Velezhûil, Valle Profundo

Mientras comemos, por fin le explicamos a Tomas por qué estamos aquí y por qué hemos ayudado a los elfos para que así fuese liberado. Porque nuestra devoción a los dioses del Suelo de la Danza nos hace confiar en el sueño que recibió el Gran Versado Maestro Erudito Ezhánder, en el que un caballero manco y ciego luchaba contra demonios. Tomas, como servidor de Tyr, no puede sino verse reflejado en esa visión y asumir que nuestro destino está ligado. Mañana partiremos hacia Altaluna, y de ahí saldremos hacia Pommeville, el lugar al que Tomas se dirigía antes de ser capturado por los elfos.

Después de decidir cuál será nuestro destino, cuento a mis compañeros mis pensamientos, y enseguida acordamos llamar a Iliria para que nos presente al mago del que nos habló y darle más detalles de nuestra investigación: sobre la ponzoñosa savia y su origen, sobre el campo de lirios petrificados, sobre la relación entre las conchas del lago y los seres vegetaloides, sobre el origen del mythal, y sobre la necrópolis, aunque sin especificar que puede tratarse del antiguo campo de batalla por el Sitial entre facciones de elfos enfrentadas. Ahora mismo, Velezhûil se encuentra dividido entre quienes apoyaban a los videntes y quienes les han ajusticiado, será mejor no remover posibles viejas rencillas que no vamos a alcanzar a comprender, o no tan viejas… estos seres son realmente longevos. Al parecer todo lo que le contamos no le sugiere nada, ya que no comenta nada al respecto.

También le inquirimos sobre el cazador muerto. Al parecer lo encontraron sin carne, solo hueso y pellejo, tal y como pudimos comprobar que devoraban a sus presas los vegetaloides. Sobre los nuevos sacerdotes no parece que sean especialmente sabios, sino aquellos más creyentes del bando que ha vencido en la revuelta local en la que nos hemos visto inmiscuidos. Los pescadores a quienes rescatamos resultan llamarse Ayna y Belgar. Finalmente, le indicamos que tenemos intención de partir a la mañana siguiente hacia Altaluna, donde entregaremos su mensaje a la casa Argenman antes de seguir nuestro camino. Por ello, le solicitamos transporte en barca para descender el Glaemril hasta la confluencia con el Torrenteno. Iliria agradece el gesto y nos habla de más lugares de Altaluna: la taberna del Roble y la Lanza, regentada por un antiguo miembro de la Compañía del Roble, la posada de la Luna Naciente y la torre del mago Rhauntides.

Eindrid Eredrûnno, el hechicero al que nos pide que dejemos nos acompañe, resulta ser un joven elfo lunar tremendamente tímido de, tan solo, ciento seis años. Según nos cuenta Iliria, sus padres, unos antiguos mercenarios, desean  que se curta con un grupo de aventureros, y lejos del odio del lugar infundido por los videntes hacia aquellos que practican la lectura y la escritura. Aceptamos que Eindrid nos acompañe, ya que puede ser bueno para todos.

Una vez la elfa abandona la choza en la que nos albergamos, comienzo a leer el libro de cuentos que me entregó. Bathory y Astric parten hacia la colina de los cuervos, creen que puede haber algo más allí. Mientras esperamos a que regresen, descubro que se trata de un texto para mentes simples, más que pueriles. Al comentarlo con Tomas, creo que acierta cuando dice que seguramente lo utilizaban para enseñar a hablar a los cuervos. No tardo en comprobar que en el primero de los cuentos aparece la palabra «peligro». Y antes de que acabe el día descubro otras dos palabras subrayadas en otros dos cuentos: «enemigo» y «dragón». Ya no hay duda.

Cuando regresan nuestras compañeras, nos advierten de que en la colina de los cuervos solo hay jaulas vacías y conchas. Intrigados, vamos todos de vuelta al lugar. Eindrid no aporta información, al parecer era un lugar solo permitido a los videntes, desde donde estos rezaban a Labelas Enoret al atardecer. Me intriga que los cuervos no estén, pero las conchas, iguales a las que tenía el dragón, todavía permanezcan apiladas. Clamo el favor de Mystra para ver si la Urdimbre habita en ellas, pero no es así. Es más, al comprobar la concha que conservo del ritual vegetaloide, observo cómo esta ha perdido toda su esencia mágica. Ya no sé qué pensar, si las conchas las encantaban los videntes o el dragón. De todas formas, advertimos del hecho a Iliria. Ella asegura que ayer los cuervos estaban en sus jaulas. Seguramente alguien los haya liberado por la noche.

Mientras regresamos, examino en detalle los brotes tiernos que crecen en los huertos. Tiran tan fuertes y sanos como cuando partimos hacia el Sitial. Una vez de vuelta en la choza, mientras el sueño se va apoderando de mí, pienso en la que será nuestra ruta. Mañana descenderemos el Glaemril. Espero hacer noche en Altaluna y salir para Pommeville a la mañana siguiente. Creo que la mejor manera para llegar es recorrer la carretera de Tildaryn hasta Bôrlarkho, para ahí coger el camino de la Borla, y después ir hacia el norte por la vereda de Rauthauvyr hasta tomar el camino al este que conduce a Cascadas de la Pluma, desde donde parte una senda al norte que lleva a Pommeville.

Si nuestra tarea me lo permite, me gustaría visitar la Casa de Mystra en Ciudad de Valle de la Rastra y dejar ahí escritos sobre descubrimientos, junto con algunos objetos anecdóticos, dando comienzo así el Atlas Mágico de las Tierras de los Valles. Pero antes de sumirme en el sopor nocturno, un último pensamiento por poco me inquieta: si no retiran las conchas de la colina de los videntes, quizá los cuervos las sigan llevando al dragón y este la pueda seguir utilizando para sus malévolos fines.

Bresnius de Mystra, servidor del Misterio


Bote élfico a orillas del Eredrûi.

< Crónica de Bresnius · XII



Red de Rol

via En los Gorgoten http://ift.tt/2jWwufJ

March 14, 2017 at 10:30AM