miércoles, 7 de mayo de 2014

La polarización que viene





Estoy tan asombrado como el que más con el fenomenal comportamiento de la preventa del Vampiro 20 Aniversario de NSR, que en el momento de escribir estas líneas ya supera los 40.000 euros. No voy a hablar aquí de mis opiniones sobre los mecenazgos, preventas o financiaciones masivas, que quien lea este blog con más o menos asiduidad tendrá una idea. Sí que quiero, sin embargo, compartir un par de reflexiones que se me ocurren en momentos como este, cuando los hechos parecen dar un zapatazo sobre la mesa y desdecir algunos tópicos recurrentes.



El tópico, en este caso, es que el rol es un mercado pobre, pequeño, disperso y poco profesionalizado. Esto implica que hay poco dinero, pocos compradores potenciales y pocos puntos de venta potenciales, relegado el producto casi en su mayoría a las llamadas tiendas especializadas. El zapatazo, como os imaginaréis, es que ese mismo mercado raquítico ha generado un potencial de 40.000 euros (más de seis millones y medio de las antiguas pesetas) en un lapso de tiempo ridículamente corto. Es un caso, pues, de celebración porque no solo se demuestra la vitalidad de un mercado pequeño, sino la de una línea de rol que los "modernos" daban por superada, desdeñosos de eso que se ha venido en llamar rol narrativo (como si hubiera otro). Yo me incluyo entre los nostálgicos y, aunque os parezca mentira, entre los que se alegran del éxito de NSR.



Sin embargo me afloran pensamientos, que no dudas, sobre este mismo mundillo a raíz del fenómeno del momento.



Para empezar, creo que NSR ha desarrollado con los años un instinto empresarial digno de admiración y una capacidad de jugar sus bazas enorme. En su catálogo hay una variedad notable de títulos que abarca numerosos nichos de consumo, últimamente incluso el rol infantil tan en boga. Pero nótese que los grandes movimientos de mecenazgo se producen con títulos selectos, especiales, de una gran demanda potencial que un buen conocedor del mundillo sabe que van a funcionar (siempre con las debidas concesiones a la probabilidad de fracaso que a toda empresa atenaza). Hablo de 'Aquelarre' y Vampiro 20 Aniversario', dos pesos pesados que van dirigidos a ese cuerpo de clientes que ya peinan canas, tienen una vida asentada y se pueden permitir ciertos gastos a pesar de la crisis. El elemento nostálgico es consustancial a estos dos productos y la respuesta ha sido indudablemente positiva. Hablamos de una preventa cara, casi diría que para gourmets, en la que el mínimo son 50 euros y el máximo una salvajada de 1.000 que ya tiene comprador. He de admitir que hay muchos "regalitos" en esta franja, aunque se me queda un poco cara de flipado cuando uno de ellos es una partida exclusiva para el afortunado desembolsador, algo que, por otra parte, se suele hacer mucho en eso de las jornadas y tal.



Hablando de esto, el otro día alguien me comentó que el mercado está evolucionando y que el modelo muta rápidamente hacia este tipo de fórmulas. En parte estoy de acuerdo: las nuevas tecnologías están permitiendo grandes avances en esta dirección, pero yo me pregunto si es la dirección correcta desde la perspectiva global, no solo la del éxito de una editorial puntual.



Me explico.



NSR tiene la gran fortuna de poder permitirse las licencias de algunos de los más grandes títulos del género y mover masas a su alrededor (masas y euros a porrillo), pero el común de los editores, autoeditores, microeditores o lo que sea, no. NSR se beneficia de eso que alguien llamó "monetización de la popularidad", pero aplicada a un producto y no tanto a una persona (como pudo ser el caso de 'La Puerta de Ishtar'), pero los que parten de cero sin poder apelar a la nostalgia o al pedigrí, tienen que darse a conocer desde prácticamente el anonimato como autores, editores y como producto en sí. De hecho, hay una gran disparidad entre unos crowdfundings y otros, y la cosa es que los menos conocidos llegan más por lo pelos y la buena voluntad que los otros. Por un lado están los Walküres, los Vampiros, los Aquelarres, que viven en el subconsciente colectivo gracias a la historia o al buen hacer publicitario, pero otros tienen que conformarse con métodos más tradicionales, muchos de los cuales prueban suerte con estos métodos de financiación y llegan por los pelos... si llegan.






Esto hace de nuestro mercado actual, inmerso en una transformación muy acelerada, un ecosistema que padece de cierto desequilibrio, en uno de cuyos extremos el dinero explota como un géiser mientras que en otros apenas se deja ver. Si este modelo, como dicen, es el futuro y todos nos veremos abocados a él, preconizo un mercado muy polarizado, donde los grandes serán más grandes y los pequeños nunca podrán pasar de la anécdota, el toque de color, la iniciativa indie, el rol casero con mucha voluntad y pocos medios, en un entorno donde todas las habas están contadas. En cierto modo es lo que está pasando en la economía general, donde las grandes firmas hacen valer su peso y sus ventajas frente a un pequeño comercio agonizante. No digo ni que sea bueno, ni malo intrínsecamente, que a lo mejor la evolución y el progreso implican que debamos ser pocos y poderosos, pero ahí lo dejo para que cada cual saque sus conclusiones.



Pero, siendo así, esas iniciativas pequeñas que no venden miles de euros en minutos y no saturan webs al minuto de abrirse el escaparate, dependerán siempre del otro gran actor de la función: la tienda. Y mucho me temo que estas prácticas vanguardistas del comercio actual no son del agrado de muchos tenderos con los que he hablado y, sin embargo, tienen que seguir los vientos de nuestro tiempo para seguir funcionando. Y si esas tiendas se ven en dificultades, siendo los únicos salvavidas del polo débil de este mercado que parece sí tener dinero bajo el colchón, el polo débil se verá más castigado aún y la ecuación acabará siendo todavía más simple. Vamos, como el espejismo de competencia en el mercado de las eléctricas, pero a una escala más de andar por casa.



Mi primer temor es que estos accesos de prosperidad puedan ser en realidad estertores de un sistema que se canibaliza a sí mismo, señales de un púlsar que emite un mensaje bastante distinto al que estamos interpretando desde la alegría puntual. Si no, no me explico como este mercado puede ser tan rico y tan pobre a la vez.



Mi segundo temor, y ya lo he comentado en otros lugares, es que se imponga un modelo de futuros, donde hoy compras algo que producirán mañana porque puedes, porque eres famoso y aclamado o porque tienes licencias que hacen babear, acaparando diferidamente un capital que no va a circular en el mercado para los que, menos famosos, menos licenciados y menos afortunados, tienen que producir al momento. Muchas veces he leído a roleros de pro decir eso de que "tengo que seleccionar bien lo que compro". La cartera tiene fondo y lo que se reserva para pasado mañana no se usa para adquirir el fruto del momento.



Ya digo que son unas generalidades que se me han pasado por la cabeza y con las que ni quiero ni debo empañar lo que es un hito histórico en el mundo de los juegos de rol en España. Tened por seguro que, si mi cartera me da su permiso llegado el momento, me dejaré caer por mi tienda y me compraré allí mi ejemplar. Sin dados, sin partidas personalizadas, sin camisetas, álbumes, fotos, pantallas, pósters... Solo el libro, que al fin y al cabo es de lo que va todo esto. ¿No?






via El Opinómetro