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jueves, 11 de junio de 2015

El domador de leones, regreso a Fjällbacka

Aunque más de uno, entre los que me incluyo, pensamos que no iba a haber más entregas de Fjällbacka, al parecer fue un espejismo dado que, cuando menos se podía uno imaginar, Maeva trajo una nueva entrega de la consagrada Camilla Läckberg de nuevo a nuestras librerías y de nuevo todo el mundo regresó a la vida de aquel pueblecito costero, tranquilo salvo durante el verano cuando llegaban los turistas... o no tanto.


El domador de leones ha sido publicado el presente año por la editorial Maeva, que apostó por esta autora nórdica desde aquella Princesa de hielo hace tantos años ya. Arriba en pequeñito ya se la incluye dentro de la serie Los crímenes de Fjällbacka, título también de una saga televisiva en la que participa la autora y que se emitió el pasado año. Mantiene el formato rústica con solapas y en este caso un total de 397 páginas numeradas. Portada con vistas del pueblo y, concretamente, el puerto. Las placas de hielo indican que la estación invernal ha llegado hasta Fjällbacka (aunque no hasta aquí, desgraciadamente).


En El domador de leones, una chica llamada Victoria, que estaba desaparecida, aparece inopinadamente en la carretera y es embestida por un vehículo al que no le dio tiempo de frenar. Su muerte hizo imposible averiguar de dónde procedían las múltiples agresiones que había sufrido o quién las había perpetrado. Paralelamente, Erica Falk, la escritora protagonista de esta serie de libros, está investigando para escribir su siguiente obra. Más amiga de los testimonios directos que tan sólo de la recopilación de información en medios escritos, ha viajado a un sanatorio mental para hablar con una interna que, hasta hace poco, negaba las visitas a todo el mundo. La interna fue acusada del asesinato de su marido, pero para Erica esto no está tan claro. A la par, la muerte de Victoria abre una serie de interrogantes y la posible conexión de esta muerte con una serie de muertes de otras chicas jóvenes sin aparentemente nexos en común hace pensar a la policía que se trata de un asesino en serie. ¿Es posible que este oscuro pasado esté conectado con los hechos del presente?

La sueca Camilla Läckberg es una persona muy sensibilizada con la violencia de género, algo bastante extendido entre los autores de novela nórdica. En esta novela la presencia de estas situaciones se pone en evidencia, con diferentes actitudes de los personajes respecto a ella: la resignación de las maltratadas, la ira de unos, la indiferencia de otros... pero se mantiene como un elemento presente. Como siempre, todo gira en torno a la resolución de la muerte de una víctima, en este caso la joven Victoria, cuyo caso va a hilvanarse con otros casos no resueltos y conducirá a muchos interrogantes. La trama se mantiene constante. 

Los retazos de la vida personal de los personajes no entorpecen ni apenas detienen el avance de la historia principal, sino que parecen un poco anécdotas, algo que recuerda que ni siquiera los protagonistas de los libros viven sólo para resolver los misterios que imagina el autor. A la faceta maternal de Erica se añaden los problemas de Anna con Dan, parecían la pareja perfecta pero desde el accidente se habían distanciado, el recuerdo constante de la madre de ambas que jamás se comportó como una madre normal lo haría, Mellberg y Rita con sus nietos, Martin cuidando a su hija pero aún afectado por la muerte de su amada esposa, etc. un mosaico de vidas que se entrelazan en el día a día de la comisaría. Todos estos personajes dan una humanidad y riqueza a la historia poco vista en libros de trama policíaca, normalmente centrados tan sólo en la figura del protagonista y donde los secundarios son meras comparsas.

La historia es amena, en línea con las anteriores entregas de la autora. Engancha, manteniendo un ritmo más o menos constante hasta llegar al final, añadiendo piezas al puzzle que es el caso: nuevos elementos, entrevistas, indicios... que intercala con pequeños remansos de paz que los personajes encuentran en su vida personal, donde parece que el horror que viven en su trabajo es incapaz de llegar y que se contrapone al caso de forma equilibrada, aunque poco realista por ser algo idealizado. La prosa es fluida, sencilla, sin florituras, fácil de seguir, sin aparentes errores o erratas y la novela es autoconclusiva, por lo que no es obligatorio leer las anteriores para disfrutar de ésta, aunque sí recomendable para entender aspectos de la vida de sus personajes.

Interesante, siempre entretenida, Camilla se ha convertido por derecho propio en una gran autora de novela policíaca. Los aficionados al género pueden apostar por ella, especialmente si han leído alguna de sus anteriores entregas de la saga de Fjällbacka. Una apuesta interesante para las tórridas tardes del verano que ya llama a la puerta.




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