miércoles, 30 de noviembre de 2022

AVENTURA de inicio de PATHFINDER 2 Beginner Box, con los amigos del CLUB ARS LÚDICA. Sesión 02: La ingeniosa prueba del dios Abadar

AVENTURA de inicio de PATHFINDER 2 Beginner Box, con los amigos del CLUB ARS LÚDICA. Sesión 02: La ingeniosa prueba del dios Abadar

Hola amig@s de albinusrol, hoy continuamos nuestra serie de entradas dedicadas a la aventura de la caja de inicio del juego de rol PATHFINDER 2, que he podido disfrutar de forma online, junto a mis compañeros del CLUB ARS LÚDICA; Paco "Telmo", Miguel, Alberto y Diego. Me gustaría compartir con tod@s vosotr@s el resumen de cada sesión de esta aventura: MENACE UNDER OTARI (Amenaza bajo Otari).



En nuestro CLUB ARS LÚDICA se ha jugado durante años a Pathfinder y hemos disfrutado de míticas sendas de aventuras como: El auge de los señores de las runasForjador de Reyes o La Calavera de la Serpiente. Así que cuando nuestro compañero Diego se ofreció a dirigir de forma online la Aventura de la caja de inicio Menace under Otari, no dudé en apuntarme.

Pathfinder está ambientado en Golarion, un mundo de fantasía épica que ofrece todo tipo de culturas y paisajes. En un pasado remoto, un gran cataclismo conocido como La Gran Caída estuvo a punto de destruir la vida en el planeta y cambió por completo su geografía hundiendo continentes y formando nuevos mares a la vez que destruía todas sus civilizaciones. El mundo tardó siglos en reconstruirse y aún más tiempo antes de que la sociedad se recuperara.


Si queréis más información sobre el juego, no dudéis en pasaros por la página de DEVIR, que ha sido la editorial encargada de traducirlo al castellano.


El CLUB ARS LÚDICA se enorgullece de presentaros la aventura: 

JUEGO DE ROL

PATHFINDER 2

AVENTURA

Menace Under Otari

DIRIGIDA POR: 

Diego

 PROTAGONIZADA POR:

Kyra 
Paco "Telmo"

Merisiel
Miguel

Ezren
Alberto

Valeros
Julio "Albinus"


Resumen de la sesión

Después de dejar atrás el santuario en ruinas, los héroes avanzaron hasta una antigua escalera de piedra. Merisiel ascendió en primer lugar, pisando con cuidado cada escalón mientras utilizaba su visión en la penumbra. Al final de la escalera, había una abertura excavada en la pared, cómo la del sótano de la pescadería, que llevaba a un almacén abandonado de otro edificio.

La estancia tenía forma rectangular y junto a la abertura, había varios cascotes de piedra y tablas de madera esparcidas por el suelo. Al fondo, Merisiel pudo distinguir lo que podría haber sido una jaula o celda en algún momento y que ahora se encontraba llena de cajas y barriles. Cuatro criaturas parecidas a lagartijas del tamaño de niños humanos estaban tratando de abrirla, agrupadas alrededor de la puerta de la celda. Por suerte, no habían escuchado el estruendo que hizo Valeros al reventar las puertas del santuario en ruinas. En silencio, se giró y coloco el dedo índice sobre sus labios, para advertir al resto de héroes que no hicieran ruido.



            —Hay un grupo de kobolds en el almacén —susurró Merisiel mientras sacaba sus cuchillos arrojadizos—, podemos cogerles por sorpresa.

Kyra se acercó a la abertura y al ver a los kobolds, apretó las cinchas de su escudo y sacó su cimitarra. Entró en el almacén con decisión, pero pisó uno de los tablones de madera y el ruido alertó a los monstruos, que agarraron con fuerza sus lanzas, mientras gruñían y mostraban varias hileras de puntiagudos dientes. Kyra, sorprendida por la reacción de los cuatro kobolds, dejó escapar de nuevo la cimitarra entre sus dedos, que cayó junto a uno de los barriles de la jaula. Valeros entró a la carrera en dirección a sus enemigos y con un tajo lateral acabó con la miserable existencia de uno de ellos. Ezren, desde la abertura, musitó unas palabras ininteligibles y un rayo de hielo avanzó por la estancia, pasando por encima de los kobolds, para estrellarse en uno de los barrotes de la jaula. Por último, Merisiel lanzó sus cuchillos y consiguió impactar a un kobold en el pecho, que cayó sin vida junto a la puerta de la celda.


Los kobolds restantes soltaron sus lanzas y sacaron sus cuchillos, antes de emprender la huida del almacén. El primero de ellos corrió en dirección a una puerta situada frente a la jaula de la estancia, pero al pasar junto a Valeros recibió un espadazo en la cabeza y cayó muerto a los pies del guerrero. El último Kobold intentó apuñalar a Kyra, que había recogido su cimitarra, antes de huir por la abertura excavada en la pared que conducía a la antigua escalera de piedra, por donde habían llegado los héroes.


            —¡No podemos permitir que escape! —gritó Kyra mientras corría hacia la abertura tras los pasos del escurridizo kobold.

A pesar de la advertencia de su compañera, sólo Ezren abandonó el almacén tras Kyra. Valeros, después de guardar su espada en la funda, se rascó el mentón con su mano derecha, mientras observaba detenidamente la cerradura de la jaula. Merisiel, que estaba mirando al guerrero mientras guardaba sus cuchillos, estuvo a punto de echarse a reír.

            —¿Crees que puedes abrirla, Valeros? —, preguntó con una sonrisa en sus labios.

            —No creo, parece complicado — contestó el guerrero mientras acercaba sus manazas a la cerradura.

            —Aparta grandullón y deja a una profesional —dijo la joven elfa con una ganzúa en cada mano.


Kyra, corrió velozmente por el pasillo que llevaba hasta el santuario en ruinas y alcanzó al kobold, pero no consiguió derribarle. Por suerte Ezren, que se acercaba a grandes zancadas, musitó unas palabras mágicas y un proyectil salió disparado de su mano derecha impactando en la espalda del escurridizo kobold, que murió al estrellarse contra el suelo.

Ezren y Kyra regresaron al almacén con el cadáver del kobold muerto y lo depositaron junto a los cuerpos sin vida de sus compañeros. Al registrarlos, sólo encontraron sus lanzas, los pequeños cuchillos, las armaduras de cuero que llevaban puestas y algunos trozos de pescado en salazón dentro de sus bolsillos.

Merisiel introdujo la ganzúa en la cerradura y con un giro preciso escuchó un leve chasquido, antes de abrir la puerta de la jaula. Al entrar, encontró algunas cajas desvencijadas y varios barriles con comida podrida y telas manchadas desde hace mucho tiempo. Por suerte, uno de los barriles tenía un doble fondo donde había escondidas 200 monedas de plata, un anillo con un sello nobiliario grabado y una espada corta de metal brillante.


Kyra enfocó su energía en la espada y detecto magia en su interior. Merisiel guardó su propia espada en la mochila y recogió de las manos de Kyra la espada brillante, que tenía grabada la cabeza de un unicornio en una de sus caras. El tacto de la empuñadura de cuero verde era suave y el peso de la hoja estaba perfectamente equilibrado. La joven elfa lanzó varios tajos al aire, antes de guardar la espada en su funda, con una leve sonrisa en sus labios.

Después de salir de la jaula, Merisiel se acercó a la puerta norte del almacén y tras examinarla durante unos instantes decidió girar el picaporte. Frente a ella había un pasillo que terminaba en otra puerta cerrada. Valeros, alzando su espada azulada como si fuera una antorcha, encabezó la marcha del grupo. Sin embargo, al llegar a la otra puerta pisó una baldosa que se hundió y activó una trampa de rocas, que cayeron sobre él a la vez que alzaba el escudo sobre su cabeza. El guerrero sintió cada uno de los golpes de las rocas a través del escudo, mientras Merisiel se deslizó hasta su lado recogiendo una pequeña piedra plana con su mano izquierda, antes de quitar una placa de la pared con su juego de ganzúas y bloquear el mecanismo con la piedra.


Al abrir la puerta descubrieron una habitación alargada donde había dos estatuas talladas en piedra, que representaban a antiguos sacerdotes. Estaban situadas en cada esquina de la sala mirando a otra imponente estatua de un hombre que mostraba las palmas de sus manos. Frente a esta estatua había un altar de piedra con nueve monedas de oro ordenadas en fila. De repente, una voz resonó desde la estatua:

            —“En mis manos juzgo el valor de toda riqueza. Una de estas monedas es un engaño. Encontradla usando sólo dos juicios y recibid mi bendición”.


            —Parece una representación del dios Abadar —dijo Kyra mientras observaba detenidamente los rasgos de la imponente estatua.

            —Debemos resolver el rompecabezas si queremos continuar —añadió Ezren señalando las monedas sobre el altar.

            —¿Cómo lo resolvemos? —preguntó Valeros que se estaba quitando el polvo de las rocas del pasillo, que habían caído sobre su armadura.

Por último, Merisiel había estado estudiando la estatua y el altar en busca de cualquier mecanismo, pero no encontró nada inusual.


Los héroes estuvieron discutiendo durante unos minutos diferentes planes para descubrir la moneda falsa. Finalmente decidieron dividir las nueve monedas de oro en tres grupos. Merisiel colocó cuidadosamente tres monedas en cada mano de la estatua, pero no sucedió nada.

            —La moneda falsa debe ser una de las tres que siguen sobre el altar —dijo Kyra mientras señalaba las monedas con su dedo índice.

            —Tiene su lógica —añadió Ezren con la mirada fija en las pétreas manos.

            —Hemos realizado el primer juicio —dijo Kyra—, ahora Merisiel quita las monedas que hay en sus manos y coloca con cuidado una moneda del altar en cada mano.

Merisiel recogió las monedas de oro que sostenían ambas manos de piedra y las dejó apartadas en una esquina del altar. A continuación escogió dos monedas de las tres que quedaban y dejó una en cada mano de la estatua. En ese instante una de las manos subió y la otra bajó.


            —¿Cuál es la falsa? —preguntó incrédulo Valeros que miraba la escena a cierta distancia.

            —La moneda falsa está en la mano que ha descendido —dijo Kyra muy pensativa antes de añadir—, por lo que he estudiado Abadar es el dios de las leyes, los mercaderes y las riquezas. Siempre busca el crecimiento de la sociedad, así que lógicamente la moneda verdadera está en la mano que ha ascendido.

            —Ojala no te equivoques —añadió Ezren mientras las ininteligibles palabras de un conjuro mágico defensivo empezaban a ordenarse en su mente.

Merisiel asintió a Kyra, con un leve movimiento de su cabeza y cogiendo la moneda de la mano más baja y dijo:

            —Esta es la moneda falsa.


De repente, escucharon un chasquido en una de las puertas del fondo de la sala…

Espero que os guste nuestra aventura,

Un saludo a tod@s




Red de Rol

via albinusrol

November 30, 2022 at 10:08AM